EN
LA ESPACIOSA sombra de un antiquísimo roble, una madre observa a su pequeño
hijo recoger bellotas, hojas y flores. Cerca, su madre, tía y tío abren el
mantel a cuadro sobre la mesa del parque y lo cubren con recipientes y bandejas
de pollo frito, ensalada de papas, frijoles cocidos y otras variadas recetas
familiares. El sonido metálico de las herraduras lanzadas por el abuelo y el
papá contra la estaca perfora de vez en cuando el aire y se mezcla con las
aclamaciones, risas y gritos del juego de fútbol de los adolescentes. Una
reunión familiar, una tarde soleada con cuatro generaciones y una mezcla de
niños, padres y primos segundos.
Las
reuniones familiares son importantes... tocar y vincularse con otras ramas del
árbol familiar, rastrear la historia personal de uno, regresar a través del
tiempo y la cultura, ver parecidos físicos (los ojos de ella, la nariz de él),
recordar tradiciones familiares. El conocer la trayectoria genética y las
relaciones de parentesco personales nos proporciona un sentido de identidad,
herencia y destino.
Es
con ese mismo propósito que el escritor de Crónicas comienza su trabajo unificador
con una extensa genealogía. Sigue las raíces de la nación en una reunión
familiar literaria, comenzando con Adán hace un recuento de su línea real y del
plan amoroso de un Dios personal. Al leer el primer libro de Crónicas obtenemos
una visión de Dios que trabaja por medio de su pueblo a lo largo de muchas
generaciones. Si usted es un creyente, estas personas son también sus
antepasados. Cuando se acerque a esta parte de la Palabra de Dios, lea los
nombres con admiración y respeto, y obtenga una nueva seguridad e identidad en
su relación con Dios.
El
libro previo, 2 Reyes, termina cuando Israel y Judá están en cautiverio, una
época oscura para el pueblo de Dios. Sigue Crónicas (primero y segundo de
Crónicas eran originalmente un solo libro), que escrito después del cautiverio
resume la historia de Israel y hace énfasis en la herencia espiritual del
pueblo judío en un intento por unir a la nación. El cronista es selectivo al
relatar su historia. En vez de escribir un trabajo exhaustivo, entrelaza
cuidadosamente la narrativa, subrayando las lecciones espirituales y enseñando
las verdades morales. En Crónicas el reino del norte se ignora virtualmente,
los triunfos de David -no sus pecados- son recordados y se le da una gran
importancia al templo como centro vital de la vida nacional.
El
primer libro de Crónicas comienza con Adán y, durante nueve capítulos, el
escritor nos da un «quién es quien» de la historia de Israel haciendo un
énfasis especial en la línea real de David. El resto del libro nos relata la
historia de David - el gran hombre de Dios, rey de Israel- que sirvió a Dios y
estableció los planes para la construcción del templo y la adoración en el
mismo.
El
primer libro de Crónicas es un valioso suplemento de 2 Samuel y un fuerte
recordatorio de la necesidad de conocer nuestras raíces, para así redescubrir
nuestros fundamentos. Cuando lea 1 de Crónicas, trace su propia herencia
divina, agradezca a Dios por sus antepasados espirituales y vuelva a
comprometerse a transmitir la verdad de Dios a la siguiente generación.
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