martes, 9 de enero de 2018

2DA. CRONICAS

APARECE la diapositiva, y nuestros ojos se enfocan en la imagen proyectada en la pantalla dentro del oscuro santuario. «Este ídolo», explica el misionero, «está hecho de piedra y es adorado diariamente. Los nativos creen que esto garantizará buenas cosechas y niños sanos». Con sonrisas condescendientes, pensamos en la ignorancia de ellos. ¿Cómo puede alguien adorar un objeto? ¡Los ídolos son para los ingenuos y supersticiosos! Después de la presentación regresamos a casa, a nuestros ídolos de riqueza, prestigio o realización personal. Si colocamos cualquier cosa en el lugar de Dios, la estamos adorando, a pesar de que nuestros labios profesen lo contrario.

Nuestra experiencia se parece a la de Israel. Fue elegido por Dios para representarlo en la tierra. Pero con demasiada frecuencia olvidó la verdad y su llamado, tropezando ciegamente detrás de los ídolos como lo hacían sus naciones vecinas. Entonces los profetas, sacerdotes y el juicio lo empujaría abruptamente para que regresara a Dios, al único Dios verdadero. El segundo libro de Crónicas relata esta sórdida historia de los reyes idólatras y corruptos de Judá. Aquí y allá surge un rey bueno en Judá, y por un tiempo hay un avivamiento, pero la espiral hacia abajo continúa, terminando en caos, destrucción y cautiverio.

El cronista escribe este volumen para llevar a la nación de regreso a Dios al recordarle su pasado. ¡Sólo al seguir a Dios prosperarán! Cuando lea 2 Crónicas podrá tener una visión breve de la historia de Judá (la historia de Israel, el reino del norte, se ignora virtualmente), y verá los trágicos resultados de la idolatría. Aprenda las lecciones del pasado: determínese a deshacerse de cualquier ídolo que haya en su vida y únicamente a adorar a Dios.

El segundo libro de Crónicas continúa con la historia iniciada en 1 Crónicas. El hijo de David, Salomón, toma posesión como rey. Salomón construye el grandioso templo en Jerusalén, y así cumple el deseo de su padre y su última petición (capítulos 2-5). Salomón disfruta paz en su reino y prosperidad por cuarenta años, que lo hacen famoso a nivel mundial. Después de la muerte de Salomón, su hijo Roboam asume el trono y por su inmadurez divide el reino.

En Judá, hay algunos reyes buenos y muchos reyes malvados. El escritor de Crónicas registra fielmente sus logros y sus fracasos, tomando nota de cómo cada rey se eleva a la altura de los principios de Dios para tener éxito. Es claro que un buen rey obedece las leyes de Dios, elimina los lugares de idolatría y no hace alianzas con otras naciones. Entre los reyes buenos de Judá están Asa, Josafat, Uzías (Asarías), Ezequías y Josías. De entre los muchos reyes malvados que tuvo, Acaz y Manasés fueron quizá los peores. A la larga la nación es conquistada y llevada cautiva, y el templo es destruido.

El propósito del escritor era reunir a la nación, después del cautiverio, alrededor de la verdadera adoración a Dios. En estas páginas, él le recuerda a la gente su pasado. Transmite con claridad el mensaje a través de uno de los versículos de las Escrituras más conocidos: «Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra» (7.14). Cuando lea 2 Crónicas, escuche la voz de Dios y obedézcale, y reciba su toque redentor y sanador.

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