NOMBRE
a los hombres y mujeres verdaderamente grandes de su tiempo. Seguramente le
vendrán a la mente celebridades, incluyendo a los políticos, héroes de guerra,
figuras del deporte, y quizá a sus padres y a sus amigos especiales. Los
recuerda por ciertas acciones o cualidades de carácter. Ahora, nombre algunos
héroes bíblicos, figuras grabada en su vida por medio de innumerables sermones
y lecciones bíblicas. Sin duda, esta lista incluye a muchos que sirvieron a
Dios con fidelidad y valor. ¿Incluye su lista a Esdras? Lejos de ser muy
conocido, este hombre de Dios poco promocionado merece aparecer en cualquier
análisis de grandezas.
Esdras
fue un sacerdote, un escriba y un gran líder. Su nombre significa «ayuda», y
dedicó toda su vida a servir a Dios y al pueblo de Dios. La tradición dice que
Esdras escribió la mayor parte de 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías y el Salmo
119, y que encabezó el concilio de ciento veinte hombres que formaron el canon
del Antiguo Testamento. Centra la narración del libro de Esdras en torno a Dios
y su promesa de que los judíos regresarían a su tierra, como lo prometió por
medio de Jeremías (véase la nota de 1.1). Este mensaje fue el corazón de la
vida de Esdras. La última mitad del libro nos da una visión personal de Esdras.
Su conocimiento de las Escrituras y su sabiduría dada por Dios eran tan obvios
para el rey, que lo designó para que liderara la segunda emigración a
Jerusalén, para enseñar la Palabra de Dios al pueblo y para administrar la vida
nacional (7.14-26).
Esdras
no sólo conocía la Palabra de Dios, sino que creía en ella y la obedecía. Al
informarse del pecado de los israelitas de casarse con mujeres paganas y adorar
ídolos, Esdras se humilló delante de Dios y oró por la nación (9.1-15). La
desobediencia del pueblo lo tocó profundamente (10.1). Su respuesta ayudó a
guiar al pueblo de regreso a Dios.
El
segundo libro de Crónicas termina cuando Ciro, rey de Persia, pide voluntarios
para que regresen a Jerusalén para construir una casa para Dios. Esdras
continúa este relato (1.1-3 es casi idéntico a 2 Cr_36:22-23)
cuando dos caravanas del pueblo de Dios regresan a Jerusalén. Se unen a
Zorobabel, el líder de este primer viaje, aproximadamente 42,360 peregrinos que
viajan de regreso a casa (capítulo 2). Después de haber llegado, comienzan a
construir el altar y los cimientos del templo (capítulo 3). Pero surge la oposición
de los habitantes locales y el proyecto se ve interrumpido temporalmente por
una campaña de acusaciones y rumores (capítulo 4). Durante este tiempo, los
profetas Hageo y Zacarías alientan al pueblo (capítulo 5). Finalmente, Darío
decreta que la obra debe proseguir sin obstáculos (capítulo 6).
Después
de un intervalo de cincuenta y ocho años, Esdras guía a un grupo de judíos
desde Persia. Armado con decretos y la autoridad dada por Artajerjes I, la
tarea de Esdras era administrar los asuntos de la tierra (capítulos 7 y 8). Al
llegar, Esdras se entera que el pueblo de Dios se ha mezclado con tribus
paganas vecinas. Llora y ora por la nación (capítulo 9). El ejemplo que Esdras
da al confesar humildemente su pecado, lleva a un avivamiento nacional (capítulo
10). Esdras, un hombre de Dios y un verdadero héroe, fue un modelo para Israel,
y ahora es un buen modelo para nosotros.
Lea
Esdras, el libro, y recuerde a Esdras, el hombre: un ayudante humilde y
obediente. Comprométase a servir a Dios como él lo hizo, con su vida entera.
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